domingo, 31 de julio de 2011

Turf, tango y fútbol: pasiones nacionales y populares

Por una Cabeza quedó en la historia como símbolo del alma burrera, como un himno que acompaña a las distintas generaciones que han pasado por el Hipódromo Argentino de Palermo, un reducto lleno de anécdotas populares desde 1876 a la fecha.

El 7 de mayo del año mencionado fue inaugurado con una concurrencia, según los libros de historia, de 10.000 personas.

Desde ahí hasta hoy hubo jornadas de 70 y 80 mil personas.

El escenario hípico tuvo y tiene una jerarquía mundial como Longhcamps, de París, o los muy antiguos como Ascot y Empsom, ambos ingleses.

En la década del `40, `50 y `60 brilló en todos los aspectos.

Estaban los ricos, de la Tribuna oficial, la clase media, en la Tribuna Especial y la clase baja, los pobres en la Popular. Y la fiesta de un gran Premio Nacional estaba más allá de las diferencias sociales.

Si bien es cierto que la conducción del hipódromo pasó muchas veces por personas de doble apellido, o de gran abolengo, el alma del turf siempre estuvo en el `burrero de ley`, aquel que con el diario bajo el brazo cruzaba la Avenida Libertador para soñar con la ilusión de un caballito salvador.

Ese personaje anónimo, modesto y humilde fue el que sostuvo al turf Nacional y Popular. Sin ese tipo, nada.

El Gordo Aníbal Troilo, en los `40 y `50, se paseó muchas veces por la Tribuna Paddock, allí donde ambulan cuidadores, jockeys, jugadores de fútbol y artistas.

Y `Pichuco` caminaba con los bolsillos llenos de plata y le daba al primero que llegara. Ese sí que fue generoso. El primero que lo `mangaba`, se iba con algo en la mano para jugar. Y aunque nunca hizo ningún tango sobre el turf, Troilo fue un huésped de honor por su generosidad, bondad y simpatía.

El tango y el turf siempre estuvieron hermanados: Edmundo Rivero, Adolfo Berón (cantó la milonga "NP", una pequeña historia en tres minutos sobre un caballo que no agarró chapa en el marcador final) o Alberto Morán (el flaco iba cuando atraía multitudes con la orquesta de don Osvaldo Pugliese).

Y Cátulo Castillo, una de las plumas mayores del tango, solía darse una vuelta para jugar unos pesos sin perder la paciencia.

En su pista de arena corrió el más grande caballo de la historia del turf: Yatasto. ¿Quien no sintió hablar de sus hazañas? También lo hicieron Forli, Practicante y Telescópico. Todos cracks de primerísima línea. Como era de primerísima línea la postura de Irineo Leguisamo en un paseo. También la de Eduardo Jara. Lo mismo pasaba con Vilmar `Topo` Sanguinetti. Y hoy es la estampa de Pablo Falero o Jorge Ricardo.

El fútbol también tuvo que ver con la historia del turf y de Palermo. José Manuel `Charro` Moreno y Adolfo Pedernera, ambos en River y con escapadas cada dos por tres a jugar una "fija".

¿Quien, en su vida, no tuvo una fija? Más cerca en el tiempo supieron pasar por Palermo Héctor `Bambino` Veira, Juan Carlos Carone o Enzo Gennoni Según `Bambino` Veira, una vez jugó un caballo "que venía tan atrás que hasta la ambulancia lo había pasado".

Hoy son visitante más o menos asiduos, Alfio `Coco` Basile, Oscar `Pinino` Mas, Osvaldo `Chiche` Sosa y el otrora árbitro Guillermo Nimo, entre otros.

Pero ninguno como Angel Labruna, de los futbolistas que supieron pasar por el hipódromo. En la época en la que dirigía a River, de 1975 a 1980, el `Feo` llevaba la revista `La Rosa` a los entrenamientos de los jugadores `millonarios`.

"Tengo uno que no puede perder", le contaba a los futbolistas, según el relato actual de Roberto Perfumo.

Turf, tango y fútbol es un cóctel explosivo que sigue generando hechos, historias, anécdotas e ilusiones.

Cada vez que se pase por la esquina de avenidas Libertador y Dorrego, que se sepa que es un templo intocable para los porteños de ley. ¿Quién puede ignorar semejante historia Nacional y Popular? Nadie.

sábado, 23 de julio de 2011

Alberto Castillo: el legendario cantor de los cien barrios porteños

Yo soy parte de mi pueblo, y le debo lo que soy...". La frase está indisolublemente ligada a la figura de Alberto Castillo: una de las grandes estrellas de tango de la década del 40, cuya popularidad atravesó medio siglo para ser revalidada en los años 90, cuando el cantor se convirtió en invitado del grupo Los Auténticos Decadentes.

"La historia lo estaba esperando, a aquella Buenos Aires le estaba faltando una voz, un gesto, un ademán, una modalidad interpretativa que expresara a los desclasados"

El particularísimo estilo de Alberto Castillo quizá tenga algo que ver con el gracejo cachador (humorístico) y arrabalero de Rosita Quiroga, Sofía Bozán o Tita Merello. Pero de ningún modo se trata de influencias; ni ellas se parecen entre sí ni Castillo se les parece. Simplemente, podríamos agruparlos –y sumar a la posterior Elba Berón- porque los une un aire común, una misma cadencia rea.

Sin embargo, cuando Castillo toma temas profundos, la ternura que les imprime es impactante. En definitiva, es una "voz que no se parece a ninguna otra voz", según precisó el inolvidable Julián Centeya. Tampoco su estilo se parece a ninguno; cuando él mismo advirtió que su particular fraseo era lo que los bailarines necesitaban -«la gente se movía de acuerdo a las inflexiones de mi voz»-, se dijo: «¡Acá está la papa!»(algo que hacía falta, que se espera con avidez), y nunca se apartó de esa manera de cantar, de ese estilo naturalmente tanguero, a lo cual debe sumarse un detalle de suma importancia: su afinación perfecta.

Alberto Salvador De Lucca –tal su verdadero nombre- nació el 7 de diciembre de 1914 en el porteño barrio de Floresta, en la zona oeste de la ciudad de Buenos Aires. Era el quinto vástago del matrimonio de inmigrantes italianos Salvador De Lucca y Lucía Di Paola.

Ya de pequeño demostró una afición natural por la música; tomó lecciones de violín y cantaba en cualquier lugar en que se diera la oportunidad. Cierta noche –tenía ya 15 años–, se encontraba cantando para la barra (grupo de amigos) –de la que era el menor y el más admirado- cuando pasó el guitarrista Armando Neira y le propuso incluirlo en su conjunto.

Fue ése el debut profesional de Alberto De Lucca, bajo el seudónimo de Alberto Dual, que alternó con el de Carlos Duval. Cantó luego con las orquestas de Julio De Caro (1934), Augusto Pedro Berto (1935) y Mariano Rodas (1937).

Los seudónimos lo protegieron de la disciplina paterna. Cuando cantaba por Radio París, con la orquesta Rodas, don Salvador, su padre, comentó ante el receptor: «Canta muy bien; tiene una voz parecida a la de Albertito».

En 1938, abandonó la orquesta y se dedicó por completo a su carrera de medicina. Pero el tango le seguía tirando y un año antes de recibirse integró la orquesta típica "Los Indios", que dirigía el dentista-pianista Ricardo Tanturi.

El 8 de enero de 1941, apareció el primer disco de Tanturi con su vocalista Alberto Castillo –acababa de adoptar su seudónimo definitivo, propuesto por el hombre de radio Pablo Osvaldo Valle-, el vals "Recuerdo", de Alfredo Pelaia, que fue todo un éxito de venta. Un año más tarde, se recibió de ginecólogo e instaló su consultorio en la casa paterna.

De modo que tarde a tarde, el doctor Alberto Salvador De Lucca abandonaba su "consultorio de señoras" y corría hacia la radio para convertirse en el cantor Alberto Castillo. Todo se complicó cuando la sala de espera de su consultorio ya no daba abasto para tantas mujeres, en su mayoría, jóvenes. Había una explicación: el cantor atraía increíblemente al sexo débil y como corría la noticia de que era ginecólogo, las que averiguaban donde quedaba su consultorio corrían a hacerse atender por él. Castillo recordaba la anécdota que develaba la imparable afluencia de damas a su consultorio: «¿Está lista, señora?», preguntó a una paciente que se desvestía tras el biombo, y ella respondió en el colmo de la desfachatez: «Yo sí, doctor. ¿Y usted?»

«Esas insinuaciones no me gustaban demasiado», confesó, y terminó por abandonar la profesión para dedicarse de lleno al canto.

El 6 de junio de 1945 contrajo matrimonio con Ofelia Oneto, del que nacerían Alberto Jorge (ginecólogo y obstetra), Viviana Ofelia (veterinaria e ingeniera agrónoma) y Gustavo Alberto (cirujano plástico). Para entonces, Castillo era ya un auténtico ídolo popular.

Su manera de moverse en el escenario, su modo de tomar el micrófono e inclinarlo hacia uno y otro lado, su derecha junto a la boca como un voceador callejero, su pañuelo cayendo del bolsillo del saco, el cuello de su camisa desabrochado y la corbata floja. Todo era inusitado, todo causaba sensación, hasta sus improvisadas contiendas de box cuando cantaba "¡Qué saben los pitucos!" (del tango "Así se baila el tango", de Elías Randal y Marvil) y algún pituco se daba por aludido.

A ello sumemos su voz y su estilo tan peculiar y nos explicaremos porque cuando, en 1944, cantó en el Teatro Alvear, la policía debió cortar el tránsito de la calle Corrientes, cosa que no se veía desde los días de la bandoneonista Paquita Bernardo en el Café Domínguez.

Eran sus inicios como solista, tras desvincularse de Tanturi en algún momento de 1943. Poco después, incorporó a su repertorio el candombe, que matizó con bailarines negros en sus espectáculos. El primero de ellos fue "Charol" (de Osvaldo Sosa Cordero), que resultó todo un éxito, tanto en Buenos Aires como en Montevideo, lo que lo decidió a seguir incluyendo páginas en ese ritmo: "Siga el baile"(de Carlos Warren y Edgardo Donato), "Baile de los morenos", "El cachivachero" y, entre otras, "Candonga", que le pertenece. A propósito, Castillo también es letrista; escribió, además, los tangos "Yo soy de la vieja ola", "Muchachos, escuchen", "Cucusita", "Así canta Buenos Aires", "Un regalo del cielo", "A Chirolita", "¡Dónde me quieren llevar!", "Castañuelas" y "Cada día canta más"; y las marchas "La perinola" y "Año nuevo".

La cinematografía lo convirtió en un actor sumamente natural, que debutó en 1946 con "Adiós pampa mía", para continuar con "El tango vuelve a París" (1948, acompañado por Aníbal Troilo), "Un tropezón cualquiera da en la vida" (1948, con Virginia Luque), "Alma de bohemio" (1948), "La barra de la esquina" (1950), "Buenos Aires, mi tierra querida" (1951), "Por cuatro días locos" (1953), "Ritmo, amor y picardía", "Música, alegría y amor", "Luces de candilejas" (1955, 1956 y 1958 respectivamente, las tres junto a la extraordinaria rumbera Amelita Vargas) y "Nubes de humo" (1959).

El último éxito de Castillo fue en 1993, cuando grabó "Siga el baile" con "Los Auténticos Decadentes" y consiguió ganarse a la juventud de fin de siglo, tal como lo había hecho con la de los '40. Su voz continúa siendo una de las más identificadas con la canción ciudadana y, seguramente, lo será para siempre.

lunes, 18 de julio de 2011

GRAN HOMENAJE A CARLOS DI SARLI EN FESTIVAL MUNDIAL DE TANGO BUENOS AIRES 2011.

El Director Artístico del Tango Buenos Aires Festival y Mundial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires GUSTAVO MOZZI manifestó que dentro del desarrollo del mundial de tango 2011 y como evento destacado del mismo, el 27 de agosto a las 19 hs en el “Teatro de la Ribera” sito en Pedro de Mendoza 1821, en el barrio de La Boca, y a raíz de una propuesta presentada por el productor artístico JOSE VALLE, se llevará a cabo un gran y merecido homenaje al pianista y compositor CARLOS DI SARLI, espectáculo este que protagonizará la cantante GABY “LA VOZ SENSUAL DEL TANGO”, secundada por el trío del maestro NORBERTO VOGEL, el bailarín y coreógrafo JESUS VELAZQUEZ, artistas que ejecutarán la obra de DI SARLI. Además, el historiador y abogado Dr. EDUARDO GIORLANDINI dará una charla sobre la vida y obra del notable pianista bahiense.

CARLOS DI SARLI: Dos tangos de su autoría son considerados clásicos del género. El primero es en homenaje a su maestro Osvaldo Fresedo y se llama “Milonguero viejo”; el segundo es un reconocimiento a su ciudad natal, “Bahía Blanca”. No son sus únicas creaciones, pero son las más memorables. Tan memorable como su famosa mano izquierda, “su zurda milonguera”, como dijera un crítico, esa zurda que le otorgaba al sonido del piano un toque distintivo y distinguido, pleno de sutilezas y matices. La mano izquierda de Di Sarli se reconocía por esa manera de decir, de acentuar, de modular.

Julián Plaza, que en algún momento integró su orquesta de 1958 decía que lo que más le asombraba de Di Sarli era que con recursos tan simples le haya arrancado a la orquesta sonidos tan lindos. Esa “simpleza” a la que se refería Plaza no era casualidad o el producto de una improvisación, sino la consecuencia de una fina sensibilidad musical y un rigor profesional desarrollado desde su primera adolescencia.

El nombre de Carlos Di Sarli integra por legítimo merecimiento la llamada generación del cuarenta, esa camada de músicos que renovaron el tango, lo hicieron popular y sentaron las bases para los futuros movimientos de vanguardia. Allí están Aníbal Troilo, Osmar Maderna, Miguel Caló, Mariano Mores, Horacio Salgán, Osvaldo Pugliese, Ricardo Tanturi y por qué no, el propio Astor Piazzolla. En esa primera línea de músicos, Di Sarli se incluye por méritos propios. Sus lentes ahumados y su piano constituyeron una imagen clásica que contó con adherentes tan leales como exigentes.

Eran los años en que el tango se bailaba en el centro y en los barrios, en los distinguidos salones y en los modestos clubes. Cada cabaret tenía su músico preferido; cada músico contaba con su propia hinchada. En esa competencia por la popularidad, Di Sarli fue uno de los más aclamados. La imagen suya, sentado frente al piano con sus lentes ahumados y su leve sonrisa se transformó en un clásico.

Oscar del Priore define muy bien su estilo: “Con el melodismo de Fresedo pero con un basamento rítmico propio apoyado fundamentalmente en su piano conductor, Carlos Di Sarli presenta en el ‘40 su renovado conjunto, equilibrio exacto de las distintas épocas porteñas, excepcional intérprete de los viejos temas instrumentales, favorito de los bailarines y, además, ubicado en repertorio cantado”.

Había nacido en Bahía Blanca en 1903, la ciudad de Ezequiel Martínez Estrada y Eduardo Mallea, una ciudad que hoy lo recuerda y lo honra con nombres de calles, edificios públicos y museos. La música fue una de las pasiones de su padre italiano. Sus hermanos Domingo, Nicolás y Roque fueron músicos. Su madre, Serafina Russomano, era hermana de un conocido tenor oriental. Digamos que la música lo acompañó desde la cuna y el piano desde su primera infancia.

Se sabe que toda profesión auténtica es hija de una obstinada vocación. Di Sarli fue esa vocación, ese esfuerzo y ese rigor. Desde el adolescente que tocaba en improvisadas orquestas en los bares de Bahía Blanca al maduro profesional que grabó para Phillips y Roca Víctor y convocó audiencias en radio El Mundo, hay una trayectoria en ascenso jalonada por diversos experimentos.

El director de orquesta que asombró por su talento en la década del cuarenta, hace sus primeros “pininos” profesionales en la orquesta de ese gran bandoneonista que fue Anselmo Aieta. Antes de constituir su primera agrupación trabajó con el violinista Juan Pedro Castillo y con el trío de Alejandro Scarpino, el autor de “Canaro en París”. A Osvaldo Fresedo lo descubrió en esos años y en algún momento integró la orquesta que luego se lució en el mítico cabaret Chantecler. De aquellos años, circula la leyenda -nunca verificada- que en algún momento fue pianista de Juan D’Arienzo. El músico que crece y pule su estilo se estaba revelando también como compositor y arreglador. En esos años, Juan Pacho Maglio graba uno de sus primeros tangos, “Meditación” y es para esa época que escribe “Milonguero viejo”.

Amigo de Discépolo, lo ayudó a componer la música de sus letras. “Soy un arlequín” lo estrena Tania en el Follies Vergere y el invitado de gala es Di Sarli en homenaje y agradecimiento por el asesoramiento brindado a su amigo. Entre 1927 y 1928, constituye su primer sexteto. En los bandoneones, estaban César Gizo y Tito Landó; en los violines, José Pécora y David Abramsky, mientras que Adolfo Kraus se desempeña en el contrabajo. Los cantores son, entre otros, Ernesto Famá y Fernando Diez, En 1932 se incorpora Antonio Rodríguez Lesende, el célebre “Gallego”, para más de un tanguero el mejor cantor de tangos después de Gardel, el único cantor que fue capaz de decirle que no a Aníbal Troilo y la obsesión de todo coleccionista porque ha grabado muy pocos tangos y conseguirlos es una verdadera proeza.

Después de unos años de voluntario ostracismo o, según se mire, de severo aprendizaje, porque en esos años se relacionó con Juan Carlos Cobian y Ciriaco Ortiz, además de un fugaz pasaje por la orquesta de Juan Canaro, Di Sarli. Recién a fines de 1938 comienza a organizar nuevamente su orquesta que debutará en Radio El Mundo en enero de 1939, conformada de la siguiente manera: piano y dirección Carlos Di Sarli; los violines de Roberto Guisado, Ángel Goicoechea y Adolfo Pérez; en bandoneones Roberto Gyanitelli, Domingo Sánchez y Roberto Mititieri; y Domingo Capurro en el contrabajo; el cantor era Ignacio Murillo, luego reemplazado por Roberto Rufino

Sus cantores fueron un sello distintivo de la orquesta. Los más destacados serán Roberto Rufino (se inició con Di Sarli con 16 años) y Jorge Durán, con dos temas que serán los grandes éxitos de sus repertorios: “Tristeza marina”, por Rufino y “Whisky”, por Durán. A estos nombres, hay que agregarles en un mismo nivel de calidad cantores a Alberto Podestá, Carlos Acuña y Oscar Serpa. Entre 1939 y 1949, la orquesta graba 156 versiones y en esos temas, en la calidad de su interpretación, en la selección de las letras, puede escribirse un fragmento decisivo de la historia del tango. Ya para esa época se lo conoce como “el señor del tango” una designación que honra su señorío.

En 1958, Di Sarli constituye su última orquesta. La línea de violines es de lujo: Elvino Bardaro, Roberto Guisado y Juan Schiaffino. Lo mismo puede decirse de los bandoneones: Libertella, Plaza y Marcucci. Di Sarli murió en 1960, en la plenitud de su capacidad creativa. Como todos los grandes, sus contemporáneos y quienes se consideraron sus discípulos lo honraron con creaciones memorables. Aníbal Troilo compuso en su homenaje “Sinfonía para un recuerdo”, y Osvaldo Tarantino “Adiós

El nombre de Carlos Di Sarli integra por legítimo merecimiento la llamada generación del cuarenta, esa camada de músicos que renovaron el tango y lo hicieron popular.

En esa competencia por la popularidad, Di Sarli fue uno de los más aclamados. La imagen suya, sentado frente al piano con sus lentes ahumados y su leve sonrisa se transformó en un clásico.

Tango Buenos Aires sintetiza una pasión que año tras año incrementa sus seguidores no solo en Argentina sino también en el mundo y fortalece el compromiso con el patrimonio histórico, el crecimiento y la proyección del Tango en todas sus expresiones.

El crecimiento, proyección e importancia del Tango en el mundo ha logrado tal magnitud que en diciembre de 2009 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por decisión del Comité Intergubernamental de la UNESCO. Del mismo modo y desde febrero de 2010 el Tango tiene una sala oficial y exclusiva en la Ciudad: el “Teatro de la Ribera”, Inaugurado en el año 1971, con una capacidad para 700 personas, es un Teatro que existe gracias a otra de las grandes donaciones realizadas por Quinquela Martín que deseaba fundar un teatro para que todas las personas con inquietudes artísticas pudieran disponer de esta sala durante el transcurso de una semana. Las mismas tienen un gran valor gracias a las enormes pinturas de Quinquela Martín. También allí funcionó un coro, una asociación de teatro infantil y se presentaron conciertos, ciclos y conferencias gracias al apoyo de artistas que permitieron con su aporte el desarrollo de este proyecto. Hoy sigue funcionando como teatro con una programación de obras del under y el teatro experimental de gran calidad y pertenece al “Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires” dependiente de la Secretaría de Cultura de la Ciudad. en el barrio de La Boca. Allí toda la programación está dedicada exclusivamente a la música porteña, con milongas, shows, clases y exposiciones.

Tango Buenos Aires también comprende el Festival y Mundial de Baile: evento tanguero de mayor repercusión internacional. Miles de bailarines y público de todo el mundo llegan a la Ciudad para participar y vivir las diversas actividades que ofrece este evento que tiene ya su fecha consagrada en el mes de agosto.

Del mismo modo, pero con carácter local y dentro del ámbito de las milongas, todos los años se realiza el Campeonato de Baile de la Ciudad, que se extiende a lo largo y ancho de la Ciudad, recorre los barrios porteños y cada noche de la competencia concreta una milonga distinta.

De esta manera, cada vez más actividades y eventos vinculados al género le dan riqueza a la agenda cultural porteña y enriquecen este bien que resume lo más singular y genuino de nuestras manifestaciones artísticas y culturales, mostrando los rasgos distintivos de la cultura porteña que conjuga la tradición, la renovación y la diversidad de una música que identifica a una Ciudad orgullosamente tanguera.

viernes, 15 de julio de 2011

ENRIQUE CADICAMO

Poeta y compositor. Nació con el siglo, el 15 de julio de 1900, en una estancia de Malcolm, cerca de Luján provincia de Buenos Aires en la que su padre oficiaba de mayordomo. Décimo hijo de familia de inmigrantes italianos. a los seis años la familia se traslada a Floresta, tras un fugaz paso por Luján. En su juventud en 1918 trabajó en el Consejo Nacional de Educación junto con Leopoldo Lugones.Compuso con el seudónimo de Rosendo Luna. También compuso en sociedad con Juan Carlos Cobián. Cuando conoce a Gardel, tiene ya toda una obra: Gardel le grabará 23 temas entre 1925 y 1933. Se convertiría en el compositor preferido de Gardel, para resaltar el trato que tuvo con Carlos Gardel basta una frase del propio Cadícamo “No tengo fotos con Gardel. Pero cantó 23 tangos míos, que son como 23 fotos”. Su primer tango fue “Pompas de Jabón”, otras de sus composiciones “Al mundo le falta un tornillo”, “Rubí”, “Tres esquinas”, “Tres amigos “,”La he visto llorar”, “Almita herida”, Publicó tres poemarios: "Canciones grises" (1926), "La luna del bajo fondo" (1940), "Viento que lleva y trae" (1945). Libros: "El debut de Gardel en París", "La historia del tango en Paris", "Mis memorias". Como autor teatral: en colaboración con Félix Pelayo: “La epopeya del tango” y “ La baba del diablo” y también “El romance de dos vagos” con Germán Ziclis, “El cantor de Buenos Aires”, con Alberto Ballerini y con Martín Lemos “Los cuentos de un príncipe” En 1987 fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. En 1996 fue distinguído como Personalidad Emérita de la Cultura Argentina.Falleció en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1999, a la edad de 99 años.

lunes, 4 de julio de 2011

Festival Nacional de Tango en Bahia Blanca

Primer Festival Nacional de Tango

a realizarse del 30 de septiembre al 02 de octubre inclusive, en esta ciudad, Habrá conferencias sobre la historia del tango, cantantes, músicos y poetas, presentaciones de libros y espectáculos de gran jerarquía, con cantantes invitados de todo el país.

Bahía Blanca por su estirpe tanguera se merecía su propio Festival Nacional de Tango y también merece reconocimiento Carlos Di Sarli, ilustre maestro bahiense del género, por lo que dicho evento llevará su nombre.

El objeto del festival es simple: difundir el Tango, con toda la valía poético-musical que él contiene, su historia y la de los que lo hicieron grande (músicos, poetas, cantantes), como así también convocamos a todas las expresiones del Tango, desde las más clásicas y tradicionales hasta las propuestas más innovadoras a participar del mismo.

CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES:

Viernes 30 de septiembre: se realizará una conferencia sobre “La historia del tango argentino y bahiense en particular” y “vida y obra de Carlos Di Sarli” y presentación de libros y show musical con entrada libre y gratuita en la Estación Sud.

Sábado 1ro de octubre: por la tarde se realizará una clínica de Tango Bailable en “EL MOTIVO” tanguería, sita en Brandsen 550, y a la noche un show de tango en el mismo sitio. Además, también en horas de la tarde, recital de tango electrónico en la plaza del tango y/o el lugar que se designe.

Domingo 2 de octubre: Inauguracion mural del tango con las imagenes de CARLOS DI SARLI,JUAN CARLOS COBIAN,ROBERTO ACHAVAL, ARMANDO LACABA Y MARAMBIO CATAN en la plaza del Tango.

gala de tango con grandes figuras nacionales del 2x4 y homenaje a CARLOS DI SARLI en el Teatro Municipal.

La producción general estará a cargo de JOSE VALLE

viernes, 1 de julio de 2011

Yves Montand : un romantico por excelencia


Yves Montand, nació bajo el nombre de Ivo Livi en Monsummano Alto, Toscana, Italia; hijo de Josephine y Giovanni, unos campesinos pobres de religión católica. En 1921, poco tiempo después de su nacimiento, la familia de Montand emigró de Italia a Francia. Cuando pidieron la nacionalidad francesa, su padre arguyó que habían dejado Italia para escapar del régimen de Mussolini. Montand creció en Marsella, donde trabajó en la barbería de su hermana y luego en los muelles. Comenzó su carrera en el espectáculo como cantante del music-hall. En 1944 fue descubierto por Édith Piaf en París, quien lo hizo miembro de su compañía artística, convirtiéndose en su mentora y amante.

Fue reconocido internacionalmente, por protagonizar numerosas películas. En 1951 se casó con la también actriz Simone Signoret y ambos co-protagonizaron varias películas a lo largo de sus carreras. El matrimonio fue lo bastante armonioso, según los testimonios conocidos, para que durase hasta la muerte de ella en 1985, aunque Montand tuvo varios amores ampliamente publicitados, principalmente con Marilyn Monroe, con quien realizó una de sus últimas películas, Let's Make Love.

Durante su carrera, Montand actuó en numerosas películas estadounidenses, así como en Broadway. Fue nominado para un Premio César para "Mejor Actor" en 1980 por "I comme I care" y nuevamente en 1984 por "Garçon!"

En 1986, después de que su gran influencia en la taquilla internacional hubiese decaído considerablemente, Montand de 65 años hizo una de sus actuaciones más memorables como el tío, en la película dividida en dos partes: Jean de Florette, protagonizada por Gérard Depardieu y Manon des Sources, coprotagonizado con Emmanuelle Béart. La película fue un éxito mundial de crítica e incrementó su fama en los Estados Unidos, donde actuó en el programa televisivo "Late Night" con David Letterman.

El único hijo de Montand, llamado Valentín, fue concebido con su asistente Carole Amiel, y nació en 1988. En una demanda de paternidad que se produjo en Francia, otra mujer acusó a Montand de ser el padre de su hija y fue a los juzgados para obtener una muestra de ADN de él. Montand se negó, pero la mujer persistió en su empeño hasta la muerte del actor. En un arbitraje judicial posterior, la mujer ganó el derecho de que Montand fuese exhumado y se le tomara una muestra a su cadáver. Después del proceso, el análisis demostró que él no era el padre de la niña.

En sus últimos años, mantuvo su hogar en St Paul de Vence, Provenza hasta su muerte. Fue enterrado en el cementerio "Père Lachaise", de París, Francia.

Su voz aparece en el "remake" de la canción italiana partisana, Bella Ciao que está haciendo furor en formato mp3 en Internet.

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El 9 de noviembre de 1991, Yves Montand murió en Senlis (al norte de París, Francia), víctima de un infarto.

Discografía

  • Yves Montand live at the Olympia, París. 1981.
  • Yves Montand chante Jacques Prévert. Mercury France, 1998.