sábado, 3 de septiembre de 2011

EL GENIAL Florencio Parravicini


Era hijo de un acaudalado coronel argentino que dirigió la Penitenciaría y nieto de un terrateniente que trajo desde Italia el título de marqués. A los 14 años pensaba hacerse cura y a los 16 fue a la Patagonia a cazar lobos. Aprendió a volar y obtuvo el 20 de junio de 1910 el brevet civil n.º 2 en Argentina.A los 25 años viajó a Europa, en cinco años gastó en fiestas y casinos la cuantiosa fortuna que había heredado de sus padres por lo que se fue a París y trabajó como cantor criollo. De regreso a Argentina viajó al sur y se hizo contrabandista en Puerto Deseado. Posteriormente trabajó como cicerone e intérprete y a partir de 1904 como artista en cafés del bajo porteño. Era excelente tirador, lo que aprovechaba para hacer espectáculos usando de su habilidad. Era tío segundo del pintor y artista Benjamín Solari Parravicini (1898-1974).

Jerónimo Podestá lo halló en un varieté del Bajo, lo incorporó a su compañía teatral en 1906 y debutando a los 30 años en el Teatro Apolo en el sainete El panete, de Ulises Favaro, donde personificando al desopilante personaje del título comenzó a hacer reír a la platea.

A partir de allí trabajó en más de trescientas obras y películas y llegó a ser una de las figuras más destacadas de la escena local.

Hacía despliegue de las múltiples actividades que había realizado e incluso se decía descendiente de Napoleón Bonaparte y de Casanova. En muchas de las obras escritas por Parravicini o de otros autores para ser representadas por él, se ficcionalizan esos aspectos -no necesariamente reales- que difundía el propio interesado creando para el público una imagen que explotaba comercialmente. Así por ejemplo, el personaje que representa en su obra Melgarejo es un aviador devenido chofer que llega a batirse en duelo por el honor de una dama.

En 1926 se presentó en las elecciones municipales de 1926 como candidato por el partido Gente de Teatro se convirtió en concejal porteño con el 6 por ciento de los votos. Su labor en ese cargo fue prácticamente nula y su mayor mérito fue organizarle un homenaje al Príncipe de Gales cuando visitó la Argentina.

Entre las obras teatrales en que actuó están Panete, El cabo Scamione y Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina. Entre las películas se destacan Hasta después de muerta, Los muchachos de antes no usaban gomina, Tres anclados en París, Carnaval de antaño y Melgarejo esta última sobre su propio guion. Sabiéndose enfermo de cáncer se suicidó el 25 de marzo de 1941. En su homenaje una calle de Buenos Aires y una avenida de la ciudad de Córdoba llevan su nombre.

  • Carnaval de antaño (1940)
  • Margarita, Armando y su padre (1939)
  • La vida es un tango (1939)
  • El diablo con faldas (1938)
  • Noches de carnaval (1938)
  • Tres argentinos en París (1938)
  • Melgarejo (1937)
  • Los muchachos de antes no usaban gomina (1936)
  • Gervasio Ponce, el Mocho
  • Hasta después de muerta (1916)

Ha sido una de esas figuras del espectáculo que difícilmente se puedan equiparar. Tan insólito como espectacular arriba y abajo del escenario fue notable tirador al blanco, pionero de la aviación argentina, corredor de autos, esgrimista, cantante, actor y monologuista sin igual. Un excéntrico que nació dentro de una familia acomodada y prestigiosa pero a quien sus desatinos lo llevaron por el mundo con distinta suerte, pasando de la prosperidad a la estrechez de un día para el otro. Llegó, en su peregrinar por diferentes ámbitos, a pasar incluso por la política, logrando un puesto de concejal.

Precursor de los grandes capo-cómicos, hacía reír con su sola presencia apenas aparecía en el escenario. Sus ocurrencias divertían a multitudes y solían superar el límite de lo tolerado por la “moral” de su tiempo. Tal como le confió preocupado el dueño del Teatro Cosmopolita a Pepe Podestá, Parravicini decía “cosas demasiado alegres y divertidas” pero su modo de ser ponía en su contra a parte de la prensa, que incidía sobre las autoridades municipales. Esta situación ponía en riesgo la continuidad del espectáculo y al local al borde de la clausura.

En 1911 el escritor y literato catalán Santiago Ruisiñol opinó sobre el actor argentino: “…artista que no puede compararse con ninguno… medio clown, medio juglar, medio cómico, medio serio, observador y desencajado, escandaloso y distinguido… improvisa, llena la escena con su presencia, dejando aturdidos a los actores, a las obras y hasta al público”.

PARRAVICINI EN BAHIA BLANCA: Hace 79 años, en enero de 1932, se presentó en el cine Grand Splendid, de Alsina 129, el actor Florencio Parravicini, un verdadero mito de su época.
A poco de haber cumplido sus 55 años de vida, llegó a nuestra ciudad este hombre que alimentó con sus historias la fantasía de varias generaciones de argentinos. Nacido en una familia de inmensa fortuna, dedicó gran parte de su vida a la "farra".
Pintor, deportista y aviador, despilfarraba todo el dinero que caía en sus manos, al punto de que una y otra vez supo quedar en la ruina. Pero su nombre alcanzó trascendencia popular cuando, en uno de esos quiebres económicos, aceptó una propuesta del empresario "Pepe" Podestá para sumarse a un espectáculo de varieté.
En un teatro de la calle Corrientes, Parravicini se reveló como un actor de gran comicidad. Así inició una carrera artística fenomenal, que incluyó varias películas. Los críticos definieron su humor como ligado a la "insinuación mujeril" y sus "chistes verdes" tuvieron una resonancia sin par.
En su actuación en nuestra ciudad, "Parra" presentó un unipersonal basado en anécdotas, recuerdos y episodios sentimentales propios, dedicado a la familia, con temas como "El loro que dice feas palabras", "Zurlo y el Coco" y "El maquinista que llegaba fuera de hora".
"Noche a noche, la sala se ha visto repleta de público, para verlo en este género elegante y discreto", mencionó este diario.
Nueve años después de su paso por Bahía Blanca, la noche del 25 de marzo de 1941, Florencio Parravicini decidió poner fin a su agitada vida: una enfermedad terminal lo había desgastado completamente